jueves, 1 de diciembre de 2011

Te diré la verdad

Cuantas veces decimos que lo más importante en la vida es decir la verdad, y que ante todo hay que ser sincero para ser una buena persona.  La verdad va a todos los sitios, y por muchas cosas que pasen, la verdad siempre acabará saliendo a la luz.

Pues siendo sincero, las cosas no son así. La verdad y la sinceridad no tienen porque ser siempre buenas compañeras de viaje. De hecho, muchas veces resulta poco recomendable aplicar esto a la vida diaria sin taparlo un poco, o digamos más bien mentir.

Si, parece difícil de creer, pero a veces mentir hace la vida más fácil, o al menos más llevadera para uno mismo, incluso para otra gente. No defiendo que mentir sea algo bueno, pero desde luego es necesario en el día a día si no queremos acabar locos, o peor, hiriendo a la gente que conocemos.

Cualquiera pensará que mentir esta mal, lo uses para lo que lo uses. Ahora bien, pensad en todas esas veces que no habéis querido hacer cosas, o que os han preguntado cosas que si hubierais sido sinceros y hubierais dicho la verdad, habríais ofendido o incluso enfadado a la otra persona. ¿Acaso no estaba mintiendo? Claro que si, por mucho que se oculte bajo el nombre de que hay cosas ofensivas, no decir la verdad sigue siendo mentir.

Siguiendo ese pensamiento, que es verdad y que es susceptible de ser obviado al decir, o incluso usar la mentira para no enfadar a alguien, o para no hacerle daño. Donde esta esa delgada linea que separa la sucia y burda mentira de lo que decimos a los niños que es solo una mentirijilla. ¿Quien tiene la clave para hallar la diferencia entre un mentiroso, y una persona que simplemente no quiere herir gratuitamente a la gente?

Seguramente las respuestas serán múltiples y habrá de todo tipo, desde lo que se hace para no ser brutalmente sincero y ofender a la gente, hasta que la mentira no es tal si adornamos la verdad para que resulte menos dura.

Pero resulta que la verdad es la verdad, no se puede adornar, puedes suavizar algo lo que es cierto, pero no evitarlo. Puedes decirle a una persona que no le queda bien esa ropa, pero por mucho que lo adornes, la verdad es que sigue sin quedarle bien lo que lleva puesto. Acaso decir a esa persona: "te queda mejor esa otra ropa" ¿no es una forma de evitar decir la verdad, que eso no le queda bien? Lo cierto es que si, por mucho que lo adornemos, ocultar que no le sienta bien no es ser sincero, es faltarle a la verdad.

Entonces como saber que algo que decimos y en lo cual mentimos resulta malo si tenemos la excusa de que es por su bien, por no hacer daño, por no molestar a esa persona. Como diferenciar una mentira para evitar ser dañinamente sinceros, de una mentira que es buena porque nos libra de un enfado que nos merecemos, o un castigo que nos hemos ganado.

Pues la solución es fácil y difícil a la vez. ¿Como puede ser posible? Pues porque depende de nuestro sentido de la culpabilidad. Si cuando mentimos es para no ser brutalmente sinceros y dañar a alguien pudiendo evitarlo, nuestro sentido de la culpabilidad no nos dará remordimientos. Si por el contrario hemos mentido sabedores de que eso nos evitara problemas, esta claro que los remordimientos aparecerán.

Cada persona sabrá cuando miente, y cuando es bueno mentir. Yo por mi parte se que he mentido, y no siempre por buenos motivos. Dicen que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pero yo creo que no importa, al final todos somos esclavos de nuestras mentiras, ya que cuando mentimos en beneficio propio, estamos creando un mundo donde hay que mantener esas mentiras para que nadie descubra que somos mentirosos, y ese es realmente el castigo de los mentirosos, vivir en su falso mundo.

Yo por mi parte seguiré mintiendo por no hacer daño, por evitar ser brutalmente sincero cuando puedo suavizar lo que tenga que decir. Pero cuando quieras que sea sincero, ten por seguro que...
te diré la verdad.

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