martes, 15 de noviembre de 2011

Te dejo marchar

Cuando quieres a una persona siempre buscas su felicidad. La tuya existe por estar junto a esa persona. ¿Y si resulta que su felicidad choca con la tuya? Llegara un momento en el que deberás pensar en si lo importante es mantener tu felicidad con ella, o dejarla que se vaya y que de verdad sea feliz.

Esto que parece solo pasar con tu pareja, puede pasar con tus amigos, con tus hermanos, con tus hijos. Aunque no lo notemos, cuando alguien querido tiene que marcharse podemos ser reticentes, pues supone un cambio y una despedida para lo que estamos acostumbrados.

Habrá veces en los que tengamos la oportunidad de impedir que esa persona se vaya de nuestro lado, porque podamos convencerla, porque le ofrezcamos algo que en principio sea mejor, o porque realmente tengamos ese poder al creer la otra persona en nuestra sabiduría.

El cambio no tiene que ser solo el marcharse lejos. Puede ser cambiar de gente con la que va, tener una nueva pareja, o simplemente, desplazarse a vivir a otra zona que aunque cerca, cambie el estilo de vida que llevaba con nosotros.

En ese momento pensamos en nosotros mismos antes que en la otra persona, creemos que al fin y al cabo si la dejáramos ir, estaríamos sacrificando nuestra felicidad, sin tener en cuenta que al retenerla le estamos quitando la opción de ser feliz con otra gente, en otro sitio.

Y aquí entra algo importante en juego, podemos llegar a retener a esa persona, pero si realmente la queremos, ¿es justo privarla de su felicidad porque nosotros no seamos capaces de ser felices sin ella? Si tanto la queremos, ¿por que ponemos nuestra propia felicidad por delante de la suya?

Tenemos muchas excusas para retenerla, que no sabe lo que hace, que no encontrará la felicidad, que enseguida se cansara y volverá, que lo que va a hacer es perjudicial para ella. ¿De verdad seremos capaces de vivir sabiendo que le estamos quitando la posibilidad de ser feliz, solo en base a que creemos que no lo será más que aquí? ¿Tan seguros estamos de que no va a ser más feliz que con nosotros?

Posiblemente, si queremos mucho a esa persona, buscaremos cualquier forma o excusa para demostrar que es así, que nunca será más feliz que ahora y que desde luego le retendrás, no por ti, sino por ella, porque le estas ahorrando un futuro en el que no encontrará la felicidad.

Pero privarla de su libertad para cometer errores, para equivocarse, para vivir y aprender, sigue siendo algo que nunca debería hacerse a una persona que quieres. Si de verdad quieres a alguien, debes dejarle marchar, porque cuando quieres a otra persona, deseas lo mejor para ella, y a veces, lo mejor es dejar que se marchen, que se alejen de ti, porque eso será lo que les traiga la felicidad.

Cuando yo era pequeño, conseguí un patito, muy bonito y siendo un niño, me parecía algo maravilloso, como se movía, como jugaba. Mi madre me dijo que había que devolverle la libertad, porque seguro que estaría mejor con otros patos. Yo rechazaba su idea, diciendo que yo lo cuidaría, que conmigo estaría mejor, que no pasaría frió, ni hambre. Entonces mi madre me dijo algo que hizo que aceptara dejarlo en libertad: "por muy bien que lo cuides, siempre echara de menos poder hacer lo que hacen los demás patos, ir donde quiera, de estar con otros como el, de volar y ser libre. Por mucho que puedas cuidarlo, nunca será igual que si vive en libertad".

Ahora cuando veo patos, siempre algo en mi interior sonríe, pues creo que ese patito que solté ha tenido un vida feliz entre los suyos. Y cuando me encuentro con el momento de poder retener a alguien, solo puedo hacer una cosa, darle alas y que vuele libre. Porque si tu felicidad pasa por irte...
te dejo marchar.

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