sábado, 17 de agosto de 2013

FIN

Retomo el blog para acabar con una última reflexión.
 
Muchos pensareis que ha pasado mucho tiempo después de la última entrada y os preguntareis a que se debe esto.
 
La respuesta es bien sencilla, he querido esperar hasta llegar a los dos años que hace que empecé a publicar. Creo que es poético recuperar algo en su aniversario, y además así se asemeja a su nacimiento, mucho tiempo dando vueltas en la cabeza hasta que a mediados de agosto finalmente salió publicado.
 
Como bien habéis leído más arriba, esta será la última reflexión y quisiera tratar el tema que para mí me resulta más incomodo. La muerte.
 
Es la única cosa que me resulta difícil de plantear, puedo ayudar a otra gente o auto ayudarme en muchos temas con más o menos buen criterio, pero esto es lo único que no sé cómo abordar. Quizá sea un problema de mi niñez, nunca he asumido bien la muerte, ni la de familiares, ni la de mascotas.
 
No es que tema a la misma muerte, creo que es algo que siempre llega, y que desde un punto de vista poético, es el punto y final de una gran obra que es la vida de uno mismo. Más bien tengo problemas con el ahora que. Que haces después de una perdida así, te replanteas tu vida, sigues igual, piensas en vivir por los que faltan.
 
La pérdida es algo habitual en el mundo mortal, la gente viene y va, los animales, las plantas, todo tiene su ciclo, más corto o más largo. Pero realmente, alguna vez te preparas para afrontar esa perdida, piensas en lo que pasaría si esa persona faltase mañana. Obviamente, NO. No solo por ser pesimista, sino porque imposibilitaría una vida sencilla, llegando incluso a cerrarte a conocer a más gente y establecer lazos emocionales por miedo a perderlos.
 
Pero en realidad la vida está llena de perdidas, de cambios (como bien decía en una de las primeras entradas). Continuamente nos separamos de las cosas que queremos, sin plantearnos que no las volveremos a ver. Quien sabe que puede pasarnos, a nosotros, a nuestras posesiones, a nuestros amigos, a nuestras familias.
 
Y aquí entra el pesimismo, el miedo a la perdida. Pero no hay que tener miedo, si una historia se acaba es nuestro deber conservarla, recordarla. Si algo se va, debemos dejarlo marchar. Si una planta se marchita, lo justo es que nos esforcemos en evitar que otra lo haga. No es reemplazar, no es ocupar un hueco, es continuar y apreciar lo que se fue, sin marcar a lo que viene.
 
No es fácil afrontar la muerte, en ninguna de sus formas, pues en el fondo todos queremos permanecer más tiempo junto a los nuestros. Pero morir es algo inevitable y es un fin al que todos llegaremos. En la muerte todos somos iguales, y ya nada se puede hacer.
 
Por tanto una vida que se desvanece debe ser honrada y llorada, pero también tiene que servir para recordarnos que solo tenemos una historia que escribir y estoy seguro que los que se fueron desean que vivamos lo que ellos no pudieron.
 
No hay que tomarse esto como que si alguien se muere ya esta, a otra cosa. A cada uno nos cuesta aceptar las cosas, cada cual tiene su ritmo. Y muchas veces solo te das cuenta realmente de la perdida según pasa el tiempo. Ese momento en que piensas voy a ver a mi abuela como todos los jueves, y caes en que ya no la puedes ir a ver. El instante en que quieres contarle algo a tu primo y al ir a llamarle por teléfono recuerdas que ya nadie recibirá la llamada.
 
No hay que pasar de puntillas por el trauma de perder algo, esperando que así se haga más fácil, pero tampoco hay que cargar con la losa toda la vida, porque entonces estaremos fallando a esa persona que se fue. Si no vivimos la vida, no es justo para los muertos, pues ellos ya no tienen ese don y nosotros que si lo tenemos, lo desaprovechamos.
 
La muerte es ley de vida, desde el mismo momento en que nacemos, en que algo se crea, está condenado a la muerte y finalmente al olvido. La vida humana, los animales, la tierra, el sol, todo tiene su final. Creemos que podemos ser inmortales, y la verdad es que la única inmortalidad verdadera es los pedazos de ti que quedan en la gente con la que viviste.
 
Cuando alguien se va, siempre nos quedara su recuerdo y el deber de seguir escribiendo nuestra historia.
 
Y como todo acaba muriendo, este blog también termina ya su vida y solo quedara como un recuerdo de letras nadando en la inmensa red de internet. Ya cumplió su objetivo, pero necesitaba dar su último canto de sirena, su gran despedida. Para no echarle de menos que mejor que concienciarse de que su existencia ya se apago y que espero que algo dentro de vosotros cambiase gracias a este pequeño blog que existió y que siempre perdurara.
 
Así que esto, como todas las cosas, se termina. Y solamente me puedo despedir diciendo que es el...
 
FIN

miércoles, 20 de marzo de 2013

46

Hoy en día con las redes sociales y por motivos de acortar conversaciones, usamos mucho la palabra amigo, algo que hace que se devalué el significado de ser amigo de alguien. Y digo esto porque muchas veces usamos en la vida moderna un montón de palabras arrancadas de su entorno natural, haciendo que no valga lo mismo que hace tiempo.
 
Antes cuando decías que alguien era tu amigo te referías a una persona cercana a ti, con la que salías, compartías cosas, crecíais juntos y muchas más cosas. Actualmente al referirte a una persona como amigo puede significar que le tienes agregado a una red social, que es un conocido pero prefieres decir que es un amigo porque suena menos distante.
 
Pero pensemos un momento, de verdad un amigo es solo la persona que sale contigo de fiesta, consideras un verdadero amigo a la gente que se pasa las noches de fiesta en tu compañía. O llamas amigo a alguien que cuando estas pasándolo bien puede estar a tu lado, pero que cuando lo pasas mal seguro que esta junto a ti.
 
Es muy fácil ser amigo de alguien en los buenos momentos, todos somos geniales cuando nos lo estamos pasando bien y la palabra amigo en estos casos es muy rápida de usar. Pero una persona de verdad es tu amigo cuando prefiere estar a tu lado en los malos momentos que pasándoselo bien por ahí.
 
Es un buen amigo cuando antes de juzgarte se interesa por lo que te ha pasado y que te ha llevado a hacer ciertas cosas. Es un amigo cuando te critica más duramente que nadie, pero también cuando le resta importancia a las cosas que ve que te están hundiendo. Es un amigo cuando te abofetea para que veas la realidad, pero nunca deja que nadie te ponga la mano encima.
 
De verdad es un amigo cuando puedes pasar seis meses sin hablar con esa persona, y un día hablas y es como si ayer mismo hubierais estado juntos. Un amigo no te hace sentir incomodo cuando tu eres tú mismo, pero procura siempre que mejores tus modales, te trata de ayudar para que no parezcas estúpido, aunque eso haga que te enfades con él.
 
Realmente un amigo se conoce en las adversidades. Como he dicho antes ser amigo de la gente resulta muy sencillo cuando todo va bien y no hay problemas a la vista, cuando las cosas más complicadas que hacéis es decidir cuál es el siguiente bar al que ir donde pasarlo bien. Pero la verdadera prueba para un amigo es mantenerse firme en los malos momentos.
 
Un gran amigo estará siempre a tu lado, pase lo que pase y siempre que tú le trates igual, porque si no hay un respeto y un cariño mutuo no se puede conservar a un amigo, por mucha paciencia que este tenga. Y es que realmente es verdad lo que dicen que un amigo es un tesoro. Llena tu vida, es un apoyo, alguien con quien reír, llorar, compartir, un amigo es el primero de tus hermanos que no te viene impuesto.
 
Un amigo puede ser para toda la vida, pero solo si es de verdad. La gente que dice ser un buen amigo pero que a las primeras de cambio te deja colgado, no lo es. Los que presumen de que lo son, no confíes, un amigo se demuestra con el tiempo, no con las palabras.
 
A las personas que no paran de decir mi amigo esto, mi amigo lo otro, pararos a pensar, de verdad consideras un amigo a alguien al que no le confiarías tu vida. Yo se que alguien es mi amigo porque dejaría mi vida en sus manos, puede que no fuera capaz en muchas situaciones, o se viera superado, pero tengo por seguro que haría todo lo que estuviese en su mano y mucho más allá por salvarme.
 
Yo a mi amigo le pido sinceridad, y así le correspondo. A mi amigo le pido confianza y así se la doy. A mi amigo le pido su amistad y yo se la ofrezco. Si no encuentras todo eso en tu amigo, entonces quizás no deberías llamarle así. Porque un amigo tiene que reunir todo esto, sino solo es un colega de fiesta, un conocido y alguien de la pandilla, no tu amigo.
 
Una vez tengas claro quién es tu amigo de verdad, cuídalo, pero eso no significa que si hace algo mal se lo digas. Respétalo, pero párale los pies si va a cometer un grave error. Quiérele, pero grítale si piensas que va a ser lo mejor para él.
 
Pero quizá lo más importante en tu relación con tu amigo es no tener miedo a equivocarte. Quien es tu amigo te sabrá perdonar y entenderlo. Nadie es perfecto y un amigo lo sabe bien. Porque a un amigo se le quiere por sus defectos, no por sus virtudes. Todos tenemos virtudes, pero son los defectos los que nos hacen distintos.
 
Eso sí, nunca y digo nunca, hagas algo a un amigo que no quisieras que ese amigo te hiciera a ti. Compréndele, pues el merece que te pongas en su lugar para entender que le pasa.
 
Un amigo de verdad te regañara, se enfadara contigo por algo que hayas hecho mal, te mandara al barro para que veas lo que has hecho, pero finalmente te dará la mano y sonreirá para sacarte del apuro, pues al fin y al cabo jamás te dejara tirado, pues es tu amigo.
 
Y no quería terminar sin haceros notar una cosa que os resultara obvia, la repetición de la misma palabra una y otra vez. Si contáis todas las veces (incluyendo la próxima) que he dicho la palabra amigo, os saldrá un total de 46. Este es la cifra que tiene si asignamos a cada letra un valor numérico según su posición en el abecedario y las sumamos todas.
 
Esto es muy importante, pues será el único número que podréis ponerle, pues la amistad no tiene precio. De hecho si sumáis las dos cifras de 46 os dará un 10, lo que se merece toda buena amistad. Así que la próxima vez que alguien os pregunte por lo que vale alguien tan cercano a vosotros, yo lo tengo claro, siempre responderé...
46.

martes, 19 de febrero de 2013

Lo malo no puede empañar algo bueno

Hay veces en la vida que haces cosas de forma automática y un día te paras a pensar que si lo que estas haciendo es lo correcto. Tomas decisiones que crees apropiadas, y sigues haciendo cosas de forma corriente, sin estimar más el alcance de lo que haces.
 
Hacer lo correcto parece fácil, es solo no desviarse de la linea que traza el camino de lo bueno, lo legal, lo permitido. Algo sencillo, y que en cambio implica mucho más de lo que aparentemente es.
 
Como sabes que realmente estas haciendo algo bueno, en que momento una bombilla, una flecha o cualquier otro símbolo claro nos indica que esta bien la forma de actuar que tenemos. Nos tenemos que guiar por las reacciones de los demás, o eso tampoco indicara nada.
 
Las dudas surgen siempre con el tiempo, pues una buena actuación es fácil de comprobar, las reacciones suelen ser positivas cuando haces algo que esta bien y negativas cuando no.
 
Y aquí llegamos al tema que me preocupa, y es la facilidad que se tiene para acostumbrarse a ciertas cosas lo que impide que a la larga se identifiquen correctamente las buenas y las malas acciones.
 
La gente se acostumbra a comportamientos, atenciones, recordatorios, gestos, regalos. Todo esto crea una adicción, una poderosa sensación de que todo debe ser así. De esta forma lo que al principio resultaba algo bueno, finalmente resulta algo normal y no se aprecia debidamente lo que sucede.
 
Lo mismo sucede a la inversa, pues cuando te hacen algo malo, se olvidan de ti, te hacen cosas que duelen, todo eso resulta muy sencillo decir que esta mal. Pero que pasa cuando esto se convierte en costumbre, que ya no se aprecia como un castigo o algo malo, solo como rutina.
 
Al juntar esto, descubrimos que dos personas diferentes haciendo una cosa buena siempre, y la otra algo malo continuamente, el día que se invierten y el bueno hace algo malo, y el malo hace algo bueno, todo se magnifica.
 
Para aclararnos, el día que el bueno llegue tarde a una cita con su novia, después de un año de regalos, besos, cartas, poemas y puntualidad. Ese día la chica dirá que él ha perdido el romanticismo y que ya no la quiere como antes y que si le parece bien hacerla esperar así.
 
El malo, que siempre llega tarde a todas sus citas con su novia, lleva un año con ella, y no ha tenido ni un bonito gesto hacía ella, la cual ya se acostumbro. Pero un día le regala algo y llega puntual. Para su novia sera el mejor novio del mundo y sera muy romántico
 
En ambos casos, la costumbre y el historial marcan mucho más que la acción mencionada, pero en vez de ayudar a uno a salir del apuro y al otro a no librarse de la bronca habitual, el pasado vuelve para hundir al bueno y ensalzar al malo.
 
Si lo piensas detenidamente y desde fuera, no se ha ganado el bueno algo de crédito para compensar un error y el malo no desmuestra que puede hacer cosas buenas y que por tanto sus malos actos son todavía más egoístas.
 
Pero claro, desde fuera es como una película, que esta claro que la prota guapa y fascinante acabara con el chico tímido, pero casualmente guapo, que con unos arreglillos se las llevaría de calle.
 
Aunque la vida no es una película que podamos verla desde fuera y darnos cuenta del error que el resto del cine nos grita que no cometamos. Aun así nunca lo evitamos, castigamos más al bueno por un error, que al malo por el mismo.
 
Realmente así es difícil saber que es en verdad lo que hay que hacer para seguir las buenas acciones. Hacer cosas malas y ensalzarse con alguna buena que nos eleve como una gran persona. O matarse siempre a ser buena gente, y el día que te equivoques sentir todas las miradas clavadas en ti mientras sus ojos furiosos te sondean mentalmente y te preguntan porque eres tan malo.
 
Tenemos la sensación de que la costumbre es una poderosa aliada, unas alas que recordara el historial de bondad que arrastramos para sacarnos de apuros en el futuro, y una pesada losa que haga que el malo cargue con su responsabilidad durante largo tiempo para que escarmiente.
 
Pero nunca son las cosas así de bonitas, no en la vida. Los malos lavan su mala prensa con un buen gesto, y los bondadosos empañan su carrera con una sola mancha. Si se puede perdonar a una persona por hacer algo bueno y compensar así sus malos actos, porque alguien bueno no puede refugiarse en que es un error sin más el que cometió y que es solo una mancha.
 
A veces un hombre bueno se ve obligado a tomar malas decisiones porque son lo menos dañino que se puede escoger, o porque piensa equivocadamente que es lo mejor. Lo bueno no debe compensar lo malo sin más y...
lo malo no puede empañar algo bueno.

domingo, 3 de febrero de 2013

Justicia

En estos tiempos que nos toca vivir, cada vez se hace más patente que la justicia en si deja mucho que desear, no solo por los relevantes hechos de políticos corruptos, sino por los sistemas propios de las leyes que impiden realmente aplicar el significado de justicia.
 
Hoy es una de estas veces que cojo el diccionario para estar seguro de que no me equivoco en el uso de una palabra. Pues bien, según la Real Academia Española la palabra "justicia" tiene varias acepciones, pero yo quiero quedarme especialmente con dos, que creo que son las que mejor representan la idea que tenemos la mayoría cuando se habla de justicia.
 
Por un lado significa: "Aquello que debe hacerse según derecho o razón." Este es el más usado en la actualidad, representa que para nosotros la justicia se basa en las leyes, ya sean escritas como publicas.
 
La otra acepción es: "Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece." Traducido a un idioma más coloquial, y perdonenme esta libre interpretación, "que cada uno reciba la que merece".
 
A lo largo de la historia, quizá una de las palabras que más se han usado y que pese a ser la misma palabra (en diferentes idiomas, por supuesto) no significaba lo mismo para todos. Los antiguos creían en la justicia divina, el castigo y recompensa de los dioses, desde los egipcios, griegos, romanos, cristianos y todos los que pueblan las zonas más allá de lo tangible o medible.
 
Los antiguos creían que un poder superior promovía el justo castigo o la recompensa adecuada, ya fuera en esta vida o en la otra. El miedo a sufrir una condenación eterna después de nuestra vida para muchos era fuerza suficiente para mantenerse en el lado correcto de la "ley". Con el tiempo la falta de fe en esto, el poder "sobornar" para hacer cosas que otros no, el decir "mi dios me ha dicho que haga esto" o incluso el arrepentimiento en última instancia, permitía a ciertas personas eludir esta "justicia divina".
 
Los hombres entonces decidieron crear la "justicia de los hombres". Una serie de leyes y castigos para quien las infringieran que mantuvieran a las personas otra vez en el lado bueno bajo serio castigo de sus actos. Nuevamente el poder y el dinero marcaron una diferencia entre la justicia y la "justicia de los ricos y poderosos".
 
Y eso es algo que se ha mantenido hasta nuestra época. Hemos pasado de tardar semanas en recorrer España de parte a parte, y en menos de 3 horas estar en cualquier lado de la península. Dejamos de mirar a la luna y creer que estaba colgada en algun punto del cielo, a ver el universo tal y como era hace miles de años. Dejamos de creer que la gente se moría por voluntad divina y descubrimos la medicina y los males que nos asolan.
 
Pese a todo esto, aún nuestra "justicia" sigue igual que en la edad media, igual para todos, excepto muchas excepciones. Si robas para comer eres culpable y seras castigado de inmediato, si eres muy rico y robas, tardaremos en darte tu castigo, porque esto se mueve lento. Pero tranquilo, el castigo no va en proporción, si robas un pollo y hasta 200 euros en comida, te caerán 5 años de cárcel, que por buena conducta puede que salgas en 4. Si robas 200 millones de euros al pueblo español, te caerán 15 años, de los cuales no te preocupes que cumplirás como mucho 4 y el resto ya se perderá en el olvido.
 
Donde esta la justicia. La justicia es cumplir la ley, y gracias a los resquicios de la propia ley, conseguir eludir a esta. Eso es Ley, no Justicia. Si una persona mata a otra llevado por la furia, y luego se arrepiente, su castigo es estar en la cárcel y pasarse la vida cargando con la culpa. No puede volver atrás, ni devolver esa vida a la familia del muerto, pero tendrá que vivir con esa pesada carga. Eso es Justicia.
 
Pero si no se arrepiente, estará el mismo tiempo en la cárcel que el anterior caso, saldrá sin importale nada lo que hizo, y volverá a la libertad. Esto no es Justicia. Y lo mismo pasa con los que ejercen la ley. Si un juez tiene un caso lo juzgara como a todos. Robas 200 euros, tal condena. Aunque hay un inciso, si la prensa esta sobre el caso, y destapa que los 200 euros los robo para alimentar a su familia, el juez en cuestión mostrará su cara más amable y permitirá que el ladrón escape impune por no considerarlo un robo.
 
Entonces la ley es Justicia cuando el publico conoce los detalles, sino todos por igual. No lo veo claro. Igual que tampoco veo claro que un juez vaya a juzgar a un cargo político, el cual el día de mañana será el que decida pasarle a un puesto superior.
 
Para terminar, imaginaros esto, yo grabo ilegalmente como un asesino confiesa como mato a 10 niños. Pero como es ilegal, no se puede usar en un juicio y tampoco puede ser aportado como prueba. Debido a que no hay ninguna otra prueba que inculpe a esa persona, se le declara inocente. Esa es la Ley, un hueco muy grande que a los pobres nos presiona y nos trata a todos por igual, teniendo poco en cuenta nuestros casos particulares, y un lugar donde los que tienen dinero consiguen encontrar vacíos legales, atenuantes, y cualquier cosa que les libre de la aplicación de todo el castigo.
 
No es justo que por tener un abogado mejor los culpables dejen de serlo, ni que lo que todo el mundo sabe que esta pasando no tenga un culpable porque no hay pruebas legales que lo avalen. Yo no pido que la ley actúe, no creo que en un mundo tan politizado, donde las leyes las cambian aquellos que las quebrantan, donde los asesinos andan sueltos porque la ley así lo permite, esta sea una fuente fiable. Yo solo pido uno cosa...
Justicia.

martes, 15 de enero de 2013

El nuevo año

Ya llevamos quince días en este nuevo año. Esta vez he decidido dejar un tiempo desde que empieza hasta poder reflexionar sobre el, o más propiamente dicho, sobre el anterior.
 
Resulta un poco complicado hacer ya un análisis de este 2013, pero bueno, siempre se puede hacer que dos semanas dan para mucho tema.
 
Yo este año he decidido cambiar, intentar mejorar ciertos aspectos de mi vida, o cambiar aquellas cosas que me provocaban tristeza o malestar o simplemente no me hacían feliz.
 
La verdad es que la vida va girando y tratas de mantener los cambios que te prometiste desde primeros de año. Las costumbres es difícil quitárselas, incluso las perjudiciales, de hecho muchas veces estas cuestan más.
 
Ya he hablado anteriormente de los cambios, y todo lo que conlleva. Pero esta vez hay que ir un paso más allá, pues cuando acabas estancado tienes que encontrar algo que te saque de ese sopor y evitar así hundirte sin remedio en un sitio donde ya nada carece de interés.
 
A primeros de año siempre hacemos promesas de las cosas que queremos mejorar en nuestra vida porque creemos que nos traerán mas salud, dinero o felicidad. Pero muchas veces son solo cosas superficiales, o las mismas promesas de siempre.
 
Parece que llegados a estas alturas del año, casi nadie mantiene lo que prometió hacer, de hecho puede que muchos ya ni recuerden que prometieron exactamente. Y esto es porque ya se hace como una costumbre, no para reciclarse y sentirse mejor, sino para pensar que ya tengo mis buenas intenciones de este año, venga, ya esta.
 
Y ese es el problema, cuando se hacen las cosas con la mente pensando en que ya lo dije, ya vale, o con la mentalidad de intentarlo ya cuenta para algo. Y no, no hay que hacer las cosas por intentarlo o por decir que bien, que tengo nuevos propósitos. Hay que cumplirlo, hay que llevarlo a cabo.
 
Intentar las cosas acaba muchas veces en fracaso, porque el intento es el primer paso hacía no conseguirlo. Y es que el esfuerzo invertido en los intentos nada tiene que ver con el que se lleva a cabo para conseguir algo.
 
Debemos ser realistas, y darnos cuenta de que a veces tenemos una epifanía en algún momento de la vida que nos impulsa a algo, a cambiar, a mejorar, a replantearnos las cosas de nuevo y buscar ser felices. Pero que mejor momento de iluminación cuando acabamos el año y hacemos repaso de las cosas que sucedieron como en la canción de Mecano. Echamos la vista atrás y vemos lo que nos gusto y lo que cambiaríamos.
 
Ese es un buen momento para afrontar el nuevo año con actitud renovada, con la vista al frente y los objetivos claros en la mente, para ser más felices.
 
Pero al final solo es una cosa más del ritual de todos los años, responder a la frase de "¿promesas para el nuevo año?" con una retahíla de respuestas repetitivas y de promesas que duran menos que el aire que las contiene.
 
Yo este año me he propuesto varias cosas, y quiero hacerlas, llevarlas a cabo, acabar 2013, mirar atrás y poder decir, lo hice, lo logre, ahora a por el año que viene.
 
Así que pensarlo, profundizar en los restos del 2012 y mirar lo que podríais mejorar, lo que os hubiera gustado hacer, cambiar, y que esta promesa tardía dure más que las campanadas que anuncian...
el nuevo año.

lunes, 17 de diciembre de 2012

En paz conmigo mismo

Se acerca el fin del mundo (o eso dicen los antiguos mayas, aunque hay gente que opina que esta fecha no es correcta), y la humanidad en su totalidad, o al menos en su mayor parte, sera arrasada y extinguida.

Ciertamente casi nadie cree que esto sea real, debido a que cualquier señal del apocalipsis sería anunciada previamente. Ya fuera por ver meteoritos gigantes que se acercan a nuestro planeta, reacciones en la tierra que generen fuerzas destructivas o incluso finales bíblicos que llevan un protocolo.

Pero esa no es la cuestión que quiero aquí tratar. Como todos los años, siempre al finalizar este, hacemos balance de lo bueno y de lo malo que ha ocurrido y repasamos mentalmente esos momentos que se quedarán grabados en nuestra memoria. Las cadenas de televisión y otros medios también nos aportan hechos más colectivos para que sepamos que nos dejo el año saliente.

Pero yo voy más allá, quiero ir un paso más y pensar que el mundo se acaba este próximo viernes 21. No, no deseo que el mundo se termine, pero supone un punto interesante para lo que quiero proponeros.

Normalmente nunca coincide que pensemos en todo lo que ha pasado en nuestra vida a la vez, ni hagamos reflexión sobre ello, ni que pensemos en que será nuestro último día de vida. Esto puede pasar por múltiples motivos que no vienen a cuento, solo deciros que estos no se darán en muchas personas a la vez.

Y aquí es donde entra el fin del mundo, el apocalipsis, el final, el hasta aquí hemos llegado. Este hecho mundial puede ponernos a todos en conjunto a pensar en nuestro propio final, en que pasaría si hoy fuera el último día de nuestra vida.

Pensad en ello, que es lo que haríamos si supiéramos que ya se acaba todo, que ya no hay nada más mañana. A quien pediríamos perdón para irnos en paz, a quien perdonaríamos para que se fuera en paz. Que asuntos resolveríamos de forma urgente y que nimiedades dejaríamos pasar.

Mirar dentro de vosotros, imaginar que fuera así, volverías a hablar con ese hermano al que no perdonaste, llamarías al amigo con el que te peleaste, dirías a tu mujer te quiero, darías un beso a ese persona que tanto te gusta. En general, harías todas esas cosas que te da miedo intentar por temor al fracaso y entenderías como tonterías enfados que son eso, un absurdo.

Ahora piensa, en todo eso que harías, y todo lo que dirías, en las falsedades que dejarías de lado, en las fachadas y medias verdades que tanto te pesan y molestan, y tirarías todo lo que no sirve y es una carga, lejos, porque solo estorba, porque no te aporta nada a tu vida, o incluso te causa dolor. Piensalo, y cuando lo tengas claro, sigue leyendo, yo te espero...

Bien, ya tienes claro todo lo que quieres hacer, decir, compartir, disfrutar. Sigue leyendo pues...

Dime ahora, si cuando estas cerca de tu propia extinción ves que ciertas cosas son tonterías que te separan de tus seres queridos, que muchas acciones solo te traen pesar y ninguna felicidad, que tus falsedades solo te pesan, por que si no lo deseas para tu vida  sigues haciéndolas.

Me imagino que muchas contestaciones son que hay que trabajar para sobrevivir, muchas cosas son una locura, ilegales, o mil motivos más. Pero el odiar al prójimo, el vivir la aventura que una vez soñaste, el volver a compartir las sonrisas con ese ser querido del que te alejaste, todo eso no es algo irrealizable, son pequeñas cosas que puedes solucionar.

Si te peleaste y dejaste a alguien de lado por ello, y al final de tu vida le quisieras cerca, aprovecha que aún puedes disfrutar para estar con esa persona. Si soñaste con viajar en globo, y no quieres morir sin haberlo probado, planea para poder disfrutarlo. Si has amado y temes no ser correspondido, arriesgate y pega el salto, porque si en tus ultimas horas puedes soportar el rechazo, porque no soportarlo cuando te queda aún mucho tiempo para sobreponerte a ello.

No esperes a hacer nada al último momento, porque tendrás tantas cosas que hacer, que siempre algo se quedará en el olvido. Y al final de la vida no son los fracasos los que nos pesarán en el corazón, sino las cosas que no intentamos hacer, porque nunca sabremos si lo hubiéramos conseguido o no.

Por tanto, si el fin del mundo llega mañana, yo quiero saber que trate de hacer todo lo que puede por estar tranquilo en mis últimos momentos, quiero saber que he vivido siendo lo que he querido ser, quiero saber que estoy...
en paz conmigo mismo.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Sentirnos a gusto en la red

Ultimamente veo mucho por internet que la gente no para de quejarse, expresar todo lo que quiere sin ningún tipo de corte o medida y luego criticar a los demás por ejercer su derecho a la libertad acusándoles de las mismas acciones punibles que ellos mismos hacen.
 
Realmente hay veces que piensas que internet es un medio de comunicación, y muchas otras que la gente se lo toma como: "yo digo lo que me da la gana y listo, que el anonimato ya me conservara la cabeza sobre los hombros".
 
Cierto es que se pueden dejar de ver los comentarios, ideas, o a veces los desechos que vomita la gente con la ayuda de un teclado. Que sea publico no quiere decir que se muestre tal falta de empatía con el resto del mundo, ni que se pierda el decoro y el buen hacer.
 
Donde están esas palabras bien escritas, esas frases cuidadas que se escriben sin falta o el empeño en hacerse entender correctamente. Todo eso se esta perdiendo, y con ello los modales que cuando estabas en persona debías usar para que otra gente no te hiciera tragar tus palabras.
 
Ahora miras a un montón de sitios y ves informaciones sin contrastar dadas por verdaderas, juicios de valor a diestro y siniestro solo porque somos capaces de acceder a internet y tenemos el derecho a usarlo, porque esa es la verdadera libertad.
 
Todo eso es correcto, pero también es correcto respetar a la gente que no conoces, actuar con un poco de sentido común y no quejarnos de que no nos dejan expresar lo que queremos o que nos juzgan de manera equivocada cuando a, girarnos de nuevo a la pantalla somos nosotros los agresores.
 
Cada día parece más una lucha por ver quien teclea y sube cosas más rápido sin buscarle sentido a lo que se dice. Se quiere llegar a ser conocido en internet, y da lo mismo que la fama llegue por cualquier motivo, ya se por llegar alto, o solo por dar la nota.
 
Estamos perdiendo el uso de la opinión propia y el respeto a los demás, aplicando la ley de que esto es libertad. Pero si éticamente no diríamos algo a otra persona a la cara, porque creemos que decirlo por aquí esta mejor, solo por el hecho de que no nos puedan partir la cara.
 
Pues siento decir que eso es hipocresía, no defiendas valores o ideas que nunca harías frente a los demás en persona, sin la protección que ofrece la confidencialidad de un mundo lleno de cables, donde la otra persona es solo una imagen en la pantalla, y no alguien de carne y hueso.
 
Dejémonos de ser tan egocentristas y creer que porque podamos escribirlo, aunque sea en una lengua que yo apenas conozco como la materna, no nos da derecho a soltarlo sin más. Dentro de unos años miraremos y veremos que muchas cosas se han perdido por no tenerlas en cuenta.
 
Tu libertad acaba donde empieza la mía, pero también se aplica a este mundo digital. Si algo no te gusta no lo leas. Y si algo no me gusta porque es ofensivo que hago, tampoco lo leo, es solo una opinión dañina que no se tiene que tener en cuenta porque es de una persona desconocida.
 
Entonces llegaríamos a la actualidad, publicando sin cesar y sin criterio, y si algo que me digas no me gusta lo ignoro. Hagamos bien, acostumbremonos a ignorar lo que no nos guste, dejemos de aprender lecciones de la vida porque es más fácil dar al ratón e irnos a otra página que afrontar lo que nos molesta.
 
La sociedad requiere de interacciones y respeto, y cuando esto se olvida, nos encontramos con que lo que nos pretendía unir globalmente, solo incrementa nuestras diferencias. Quizá puedes hablar con cualquier parte del mundo en un instante, pero igual de rápido puedes quitar la dignidad a otra persona. No menosprecies a nadie, porque no es una foto en tu ordenador, es una persona.
 
A veces el poder para hacer lo que nos de la gana, conlleva el poder dañar a los demás. Se responsable y respeta a los demás como quieres que a ti te respeten. Y si crees que nunca has dicho nada malo, mira tus redes sociales, y fíjate si nunca has menospreciado a alguna persona, a algún grupo, si no has plantado estereotipos por rencor o por parecer gracioso.
 
La solución no consiste en abandonar lo que hacemos, sino en darnos cuenta del hecho de que lo escrito por nosotros, sigue siendo nuestra palabra. Si hay cosas que no diríais en persona, porque si hacerlo por internet.
 
Sed responsables, pues vuestros actos en la red también lo son en la realidad.
 
Puede que no cambie mucho, que algunos lo vean exagerado, o incluso que muchos no piensen que les afecte a ellos, pero al menos espero que alguien descubra que las buenas maneras también son posibles en esta red de redes, que al fin y al cabo a todos nos conecta.
 
Porque comunicarse bien es cosas de todos, y la educación no es solo algo que nos pueda quitar el gobierno, ya que las enseñanzas de la vida no se aprenden solo en la escuela. Por eso piensa las cosas antes de escribir, porque todos tenemos derecho a...
sentirnos a gusto en la red.