sábado, 17 de agosto de 2013

FIN

Retomo el blog para acabar con una última reflexión.
 
Muchos pensareis que ha pasado mucho tiempo después de la última entrada y os preguntareis a que se debe esto.
 
La respuesta es bien sencilla, he querido esperar hasta llegar a los dos años que hace que empecé a publicar. Creo que es poético recuperar algo en su aniversario, y además así se asemeja a su nacimiento, mucho tiempo dando vueltas en la cabeza hasta que a mediados de agosto finalmente salió publicado.
 
Como bien habéis leído más arriba, esta será la última reflexión y quisiera tratar el tema que para mí me resulta más incomodo. La muerte.
 
Es la única cosa que me resulta difícil de plantear, puedo ayudar a otra gente o auto ayudarme en muchos temas con más o menos buen criterio, pero esto es lo único que no sé cómo abordar. Quizá sea un problema de mi niñez, nunca he asumido bien la muerte, ni la de familiares, ni la de mascotas.
 
No es que tema a la misma muerte, creo que es algo que siempre llega, y que desde un punto de vista poético, es el punto y final de una gran obra que es la vida de uno mismo. Más bien tengo problemas con el ahora que. Que haces después de una perdida así, te replanteas tu vida, sigues igual, piensas en vivir por los que faltan.
 
La pérdida es algo habitual en el mundo mortal, la gente viene y va, los animales, las plantas, todo tiene su ciclo, más corto o más largo. Pero realmente, alguna vez te preparas para afrontar esa perdida, piensas en lo que pasaría si esa persona faltase mañana. Obviamente, NO. No solo por ser pesimista, sino porque imposibilitaría una vida sencilla, llegando incluso a cerrarte a conocer a más gente y establecer lazos emocionales por miedo a perderlos.
 
Pero en realidad la vida está llena de perdidas, de cambios (como bien decía en una de las primeras entradas). Continuamente nos separamos de las cosas que queremos, sin plantearnos que no las volveremos a ver. Quien sabe que puede pasarnos, a nosotros, a nuestras posesiones, a nuestros amigos, a nuestras familias.
 
Y aquí entra el pesimismo, el miedo a la perdida. Pero no hay que tener miedo, si una historia se acaba es nuestro deber conservarla, recordarla. Si algo se va, debemos dejarlo marchar. Si una planta se marchita, lo justo es que nos esforcemos en evitar que otra lo haga. No es reemplazar, no es ocupar un hueco, es continuar y apreciar lo que se fue, sin marcar a lo que viene.
 
No es fácil afrontar la muerte, en ninguna de sus formas, pues en el fondo todos queremos permanecer más tiempo junto a los nuestros. Pero morir es algo inevitable y es un fin al que todos llegaremos. En la muerte todos somos iguales, y ya nada se puede hacer.
 
Por tanto una vida que se desvanece debe ser honrada y llorada, pero también tiene que servir para recordarnos que solo tenemos una historia que escribir y estoy seguro que los que se fueron desean que vivamos lo que ellos no pudieron.
 
No hay que tomarse esto como que si alguien se muere ya esta, a otra cosa. A cada uno nos cuesta aceptar las cosas, cada cual tiene su ritmo. Y muchas veces solo te das cuenta realmente de la perdida según pasa el tiempo. Ese momento en que piensas voy a ver a mi abuela como todos los jueves, y caes en que ya no la puedes ir a ver. El instante en que quieres contarle algo a tu primo y al ir a llamarle por teléfono recuerdas que ya nadie recibirá la llamada.
 
No hay que pasar de puntillas por el trauma de perder algo, esperando que así se haga más fácil, pero tampoco hay que cargar con la losa toda la vida, porque entonces estaremos fallando a esa persona que se fue. Si no vivimos la vida, no es justo para los muertos, pues ellos ya no tienen ese don y nosotros que si lo tenemos, lo desaprovechamos.
 
La muerte es ley de vida, desde el mismo momento en que nacemos, en que algo se crea, está condenado a la muerte y finalmente al olvido. La vida humana, los animales, la tierra, el sol, todo tiene su final. Creemos que podemos ser inmortales, y la verdad es que la única inmortalidad verdadera es los pedazos de ti que quedan en la gente con la que viviste.
 
Cuando alguien se va, siempre nos quedara su recuerdo y el deber de seguir escribiendo nuestra historia.
 
Y como todo acaba muriendo, este blog también termina ya su vida y solo quedara como un recuerdo de letras nadando en la inmensa red de internet. Ya cumplió su objetivo, pero necesitaba dar su último canto de sirena, su gran despedida. Para no echarle de menos que mejor que concienciarse de que su existencia ya se apago y que espero que algo dentro de vosotros cambiase gracias a este pequeño blog que existió y que siempre perdurara.
 
Así que esto, como todas las cosas, se termina. Y solamente me puedo despedir diciendo que es el...
 
FIN

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